La Habana (PL) Una interesante manera de mirar hacia atrás en 2017 es recordar los importantes hitos de la astronomía que sucedieron a lo largo del año.
Uno de ellos marcó tendencia en las redes sociales y buscadores de Internet: el eclipse solar total que dejó en la oscuridad a Estados Unidos en agosto.
Sin embargo el calendario astronómico inició desde el tres de enero pasado con la primera lluvia de meteoros del año: las cuadrántidas, relacionadas con los restos del asteroide EH1 2003.
Se trató de una de las lluvias de estrellas más intensas de 2017, junto con las perseidas y las Gemínidas que ocurrieron el 14 de diciembre.
Otro evento importante fue el acercamiento del Asteroide Florence a la Tierra, cuyo punto máximo ocurrió el 1 de septiembre y fue una ocasión muy importante para los estudios de los cuerpos extraterrestres.
Según los reportes de la Administración estadounidense de la Aeronáutica y el Espacio (NASA), Florence fue el objeto más grande en pasar por las proximidades de nuestro planeta desde que se tienen registros.
Ese asteroide fue descubierto por el astrónomo Schelte ‘Bobby’ Bus en 1981 en el Siding Spring Observatory de Australia.
En concreto, la roca pasó a siete millones de kilómetros de distancia, el equivalente a 18 veces la distancia entre la Tierra y la Luna.
Un evento igualmente mediatizado por la prensa y los internautas alrededor del orbe fue la Superluna.
Este fenómeno es la manifestación del astro un 14 por ciento más grande y un 30 por ciento más brillante de lo normal debido a que una luna llena se encuentra en su perigeo, el punto más cercano en su órbita elíptica alrededor de la Tierra.
Recordemos que el 14 de noviembre de 2016 ocurrió la Superluna más grande en 70 años y no habrá otra igual hasta 2034, según datos de la NASA.
En aquel entonces, el satélite se situó a 356 mil 512 kilómetros de la Tierra, lo que provocó un gran revuelo a escala global.
Por otra parte, expertos de la agencia espacial norteamericana anunciaron que ese fenómeno ocurrirá dos veces el primer mes del 2018.
EL ECLIPSE DEL SIGLO
El eclipse solar que dejó en la oscuridad a Estados Unidos el 21 de agosto superó en audiencia a la Super Bowl (partido final del campeonato de la National Football League en el país norteño).
Solo con ese dato tenemos una idea del interés que despertó en las personas el acontecimiento, que apenas duró 90 minutos.
El fenómeno también fue visible en otras localidades del mundo, como América Latina, el Caribe y partes de Europa (España), de forma parcial.
Esos eventos astronómicos ocurren una vez cada 18 meses, pero como la superficie de la Tierra está cubierta principalmente por el agua, muchas veces se dan en lugares remotos difíciles de observar.
Por eso, para la mayoría de los científicos estadounidenses, el eclipse de agosto fue quizá el más accesible desde que el último que tocó los 48 estados más bajos en 1979 y es por eso que lo bautizaron «el eclipse del siglo».
Según un estudio de la Universidad de Michigan el 88 por ciento de los adultos estadounidenses vio el eclipse solar total de agosto pasado directa o electrónicamente, cifra que dobla en audiencia al desenlace del SuperBowl.
La investigación, realizada en cooperación con la NASA, determinó que 154 millones de adultos observaron en vivo el evento, usando una combinación de gafas solares diseñadas para permitir la visión directa del sol y otros dispositivos.
A la par de la población, científicos de todo el mundo desplegaron sus instrumentos para analizar los efectos de la alineación entre el Sol y la Luna sobre las señales de comunicación y navegación, el clima, y otros factores.
Según los reportes de la NASA, en los 90 minutos del eclipse se registró una alteración de la ionósfera, la parte electrificada de la atmósfera que rodea la Tierra.
El número de partículas ionizadas de esa capa se redujo a tal punto que «las señales de radio se propagaron mucho más lejos de lo habitual», informó la agencia espacial norteamericana.
Según los expertos de la entidad, en las emisiones de onda media durante el día la ionosfera absorbe la energía de las ondas en estas frecuencias y la limita a trabajar directamente.
Pero, durante la noche, la capa más baja de la ionosfera disminuye, y las ondas se disparan más alto, por lo que pueden reflejarse en capas superiores y llevar las señales a mayores distancias.
Los astrónomos de la NASA también reportaron que el eclipse afectó la atmósfera inferior de la Tierra, la parte con la que interactúan los humanos y afecta directamente el clima.
«Estos datos revelaron que la capa límite planetaria, la parte más baja de la atmósfera de la Tierra, descendió casi hasta su altitud nocturna durante el eclipse», señaló el comunicado de la entidad.
Para 2018 el calendario astronómico comienza cargado desde enero, con una Superluna desde la madrugada el 1 al 2 de enero y otros eventos espectaculares.
Sin embargo, siempre nos quedará 2017 como el año en que la Tierra se paralizó por 90 minutos para mirar al cielo y disfrutar (en mayor o menor proporción) de un eclipse solar.